Por qué se extinguieron los mamuts y no los elefantes. Orígenes parte 1

Un hecho cierto es que los mamuts se extinguieron hace al menos unos 4.000 años, los últimos de ellos en las islas Saint Paul en el mar de Bering. Mientras que el elefante africano Loxodonta africana aún sobrevive a nuestros días. Pero ¿Por qué se extinguieron los mamuts y no los elefantes? Es una pregunta que merece respuesta.



Se sabe que los mamuts constituyeron la mega fauna de la última era de hielo. En ese sentido, tenían adaptaciones propias para sobrevivir a las bajas temperaturas. Las temperaturas, aún no hay del todo un consenso entre los expertos en determinar la causa de ello, comenzaron a subir después del último máximo glacial hace unos 22.000 años. Es decir, el cambio climático en ese aparente eterno ciclo entre eras de hielo alternado por periodos interglaciares (mayores temperaturas) del pleistoceno que comenzó hace 3 millones de años -algunos sugieren que por la formación del istmo de Panamá que separó las aguas del océano atlántico del pacífico. Además llevó las corrientes cálidas hacia el norte, lo que hizo el clima de Europa más agradable.

No es del todo claro si por las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera u otras sustancias, o cambios del movimiento de precesión de la órbita terrestre, pero lo cierto es que hace 22.000 años el clima comenzó a cambiar, a calentarse para ser más preciso. Es en este periodo donde el ser humano muestra las primeras señales de intentar domesticar las plantas y sobre todo hace viable recoger semillas y almacenar. Con ello empieza a dar forma a la vida en caseríos por ejemplo Ohalo 2 sitio arqueológico al norte de Israel, lugar donde se ha encontrado semillas de cebada silvestre -algunos sugieren que hay indicios de domesticación-. Pero hubo una interrupción hace unos 11.000 años aproximadamente donde las temperaturas volvieron a enfriarse en el período llamado "Joven Dryas". Superado este intervalo de tiempo volvió a ascender las temperaturas.

Así, el planeta Tierra se ha encontrado con elevación de la temperatura desde el último máximo glacial, como ya se advirtió. Esto por supuesto generó estrés fisiológico y de supervivencia a los distintos individuos; con la extinción de algunas especies de manera notoria las que integraban la mega fauna en el continente americano (camellos, caballos, tigres dientes de sable, león americano, Jaguar de Norteamérica, etc.). Por otro lado, marcó la consolidación de las primeras sociedades agrícolas en el mundo en los últimos 12.000 años.

Para entender mejor este fenómeno de la extinción pretendo hacerlo desde un enfoque sistémico. En otras palabras, los distintos seres vivos (plantas, animales, hongos, microorganismo,) y sus interacciones en un entorno concreto conforman las ecorregiones, más puntual los ecosistemas. Los ecosistemas poseen una propiedad que se denota por la palabra Resiliencia (capacidad de reponerse a las perturbaciones endógenas o exógenas). Los ecosistemas de ese modo tiende a encontrarse en equilibrio o superar las perturbaciones para llegar a un nuevo equilibrio en transformación de la energía, cadena trófica, ciclo de nutrientes. Los ecólogos consideran que la resiliencia aumenta al haber un mayor número de especies, hasta cierto nivel, después de este, la capacidad de sobreponerse vuelve a disminuir. -Aún falta poder definir la mejor métrica para cuantificar la resiliencia-.




Pensemos en dos ecosistemas, ambos tienen de biomasa 1000 millones de toneladas de carbono. Ahora uno tiene por decir 2000 especies (plantas, anfibios, quitridiomicetos, mamíferos, etcétera.) y el otro tiene 20.000 especies. En ese orden de ideas, el ecosistema con mayor especie -por tener tantas y sobrepasar el punto indicado con la flecha roja en la imagen- poseerá menor resiliencia o lo que es lo mismo puede que le tome más tiempo recuperarse ante una perturbación provocada. La explicación la podemos ver en un nivel químico (reduccionista) como mayor número de reacciones químicas distintas por la diversidad del ADN de cada una de las especies, lo que hace ser menos probable de encontrar estabilidad. O a nivel biológico, como se fracturan las relaciones de cooperación y competición de las especies, lleva a una menor simbiosis. Y, por tanto, dificulta en ese sentido la supervivencia de los individuos de las poblaciones.

Visto así, la resiliencia se presenta como una campana donde es baja cuando el número de especies que integra el ecosistema son muy pocas, y a medida que aumentan las especies aumenta la resiliencia, hasta un cierto punto de saturación -el cual no está del todo definido- después  de ese punto  la resiliencia de ese ecosistema vuelve a ser bajo. Como se puede advertir, los países con ecosistemas mega biodiversos están expuestos a un mayor riesgo ante el actual cambio climático. Hasta aquí la noción de resiliencia ahora pasamos a dilucidar otra noción que permite comprender mejor el argumento.

Los biólogos están más o menos de acuerdo del llamado gradiente latitudinal de biodiversidad. Este expresa que la mayor biodiversidad se encuentra cerca al paralelo o línea ecuatorial que divide la Tierra en el hemisferio norte y el hemisferio sur. A medida que nos alejamos de él, y nos acercamos a los polos ártico y antártico, la biodiversidad paulatinamente va descendiendo. Los mecanismos que hacen esto cierto aún están en discusión por parte de los estudiosos. Ahora, si conectamos el gradiente con la resiliencia podemos llegar a pensar que los ecosistemas más resilientes se encuentran en un punto medio entre la línea ecuatorial y los casquetes polares, alrededor del paralelo 30 norte, donde se establecieron las civilizaciones más antiguas en las orillas de los grandes ríos; sin embargo, para mí, está incompleta la discusión.

Aún falta un tercer pilar para iluminar la respuesta frente a la extinción megafauna en América: la masa continental. Es la extensión territorial continua o conectada. Si comparamos la masa continental de América frente al África veremos que es inferior alrededor del paralelo del ecuador, la zona tropical y subtropical. Es aún más grave si se aprecia que el África está conectado por la península del Sinaí con Asia y contigua a Europa. Entonces la resiliencia también depende del tamaño o del grado de fragmentación de los territorios -por su puesto, la resiliencia es multifactorial y no abordo todas las aristas, ejemplo la sombra orográfica-. Reunidas las ideas vemos que la resiliencia en América es inferior, lo que sumado a la presión de los humanos que utilizaban los perros en un comienzo para cazar hizo perecer la megafauna. Es válido inferir que  la resiliencia o capacidad de reponerse para favorecer a la megafauna entró en tensión. 

Quizás solo queda advertir que los países más mega biodiversos del mundo se encuentran en la zona tórrida o tropical, y de ellos la medalla de oro se la llevan los países suramericanos ¿por qué? la razón es que Sudamérica se separó de Pangea y luego de Gondwana hace millones de años lo que permitió la especiación autóctona, sumado a ello el relieve de la cordillera de los andes, hace que existan muchos climas diferentes o pisos eco térmicos que favoreció aún más la especiación (proceso que da origen a nuevas especies de los seres vivos). Por ejemplo los mamíferos marsupiales dominaban el paisaje, no fue sino hasta la conexión con Norteamérica por el istmo de Panamá, hace 3 millones de años, lo que derivó en el gran intercambio biótico americano donde aparecieron los auténticos carnívoros placentarios que llegaron del Norte.

En resumen, de lo anterior, advertimos que la megafauna (el mamut entre ellos)  palideció en los últimos diez mil años, que coincide cuando los seres humanos estaban consolidando las técnicas de cultivo y cría de animales. Esto hizo que los humanos y su posterior complejización no contara con animales como los équidos lo cual dificultó la aparición del fenómeno político de la estatalidad, frente a los del antiguo continente pero eso ya será tema de discusión en la siguiente entrada al blog.



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